domingo, 24 de agosto de 2008

Mate amargo


Al ver la sección "antecedentes" en el papel, primero dudé; luego, al percibir lo absurdo de ocultar dicho prontuario, lo conté. Ahora, a consecuencia de ello, me encontraba esperando hacia más de una hora en la estación de policía porque al Cabo I la historia le pareció rara, más allá del hecho mismo de que alguien fuera tan boludo como para llenar esa sección por motus propio.

Al entregar los papeles, Gómez frunció el ceño y me dijo que iba a tener que esperar. Cómo no, pensé. Y en seguida, soy un pelotudo. Pero, ¿y si saltaba y yo no lo había puesto? Absurdo. ¿Y si ahora mismo me detienen por estar escribiendo un cuaderno en la mesa de entradas de una comisaría? No tan absurdo, después de todo…


Lo cierto es que, antecedentes, tenía. El prontuario y la historia que aquí se detallan quedan a consideración del imaginario lector, y del Cabo I Gómez, claro.


Fue allá por el '89. Andaba falto de laburo y por eso acepté la paga que indicaba contar las historias de las viejas farmacias en pueblos de la provincia de Buenos Aires. Aparentemente, existía un tal Morens, editor de un suplemento cultural, a quién el tema le parecía vendible. Mierda, pura mierda, pensé yo. Pero qué va, lo necesitaba. Así, luego de recorrer un par de pueblos llenos de nada y de entrevistar a boticarios sin anécdotas que contar, me hallaba ya emprendiendo el camino de vuelta a la capital cuando la noche obligó la parada en Ingeniero Rapetti, un caserío de no más de un par de manzanas, unos cuantos perros flacos, y polvo, mucho polvo.


Al caer la tarde enfilé para el bar y pedí un trago. ¿Qué que deseaba?, inquirió la señora del mostrador. Whisky, respondí. No tenemos, la última botella venían de terminarla Sosa y Larralde, Sargento y Sargento mayor, respectivamente, allí sentados, y señaló con el dedo. Asentí con la mirada y al ver que éstos inclinaban sus cabezas en forma de saludo, hice lo mismo. ¿Gin? Tampoco: hacía tiempo que el camión no pasaba. Usted dirá señora entonces… Mate, tenemos mate. ¿Mate? Pregunté, sorprendido. ¿No conoce? Replicó la patrona. Si claro, es que… Y ahí sentenció: es la especialidad de la casa.


Frente a tal afirmación, no pude sino asentir, rendido, y sentarme a esperar unos amargos.

Al cabo de unos minutos, apareció Doña María con la pava y demás utensilios. Caminó lento hacia mí y al apoyarlo todo sobre la mesa se quedó parada al lado. La miré y me dijo: Pruebe mi'jo, pruebe nomás. Atónito, probé.


Mi mueca, imposible de disimular, fue la condena. Jamás en mi vida había probado un mate tan espantoso: tuve que contenerme varias veces las arcadas que acudían en catarata por mi garganta. La señora, estupefacta al reconocer lo evidente, miró al Sargento y al Sargento mayor y éstos enseguida se pararon y vinieron hacía mí. ¿Qué pasa hombre? ¿No le gusta nuestro mate? No podía creer lo que estaba sucediendo, mas atiné a responder: si, si, es solo qué… La patrona se echó a llorar y ahí nomás, Sosa y Larralde se me vinieron encima. Esta la cuento y no me la creen, pensaba por dentro… ¿Le parece a usted hacer llorar a la patrona? ¿Cómo? Si, lo que oyó: esa yerba la cultivan sus hermanas en Misiones, desde hace años… Generaciones de honestos labriegos para que usted venga y…


Lo que siguió me es difícil de contar, por lo que me limito a los hechos: convencidos de que pasaba por ahí para despreciar los productos del terruño y herir así como así a sus gentes, me llevaron esposado a la comisaría y me abrieron expediente por injuria a la tradición criolla, falta de respeto a las costumbres locales y arrogancia desmedida.


He aquí mi prontuario. Gómez apareció a la media hora y, con desgano y con gesto cómo de quién no quiere pero qué no se puede hacer otra cosa, me entregó sin más mi certificado de cambio de domicilio…


Martín Suaya

3 comentarios:

N. H. dijo...

Tono grandilocuente para contar un disparate en la vida de un pajuerano a la inversa.

Me gustó.

Anónimo dijo...

noble causa para ser arrestado
y qué buen antecedente

Hilario González dijo...

INDUCCIÓN:

La relación del mate con la policía es clásica.

La relación de la verdad con los problemas es clásica.

Si el mate es la verdad, entonces el problema es la policía.

Sócrates, dixit año 400 A.C.