jueves, 7 de agosto de 2008

Ómnibus


El motor es una orquesta en un pozo,
hay un diálogo de cátedra, Dédalo
enhebraba caracoles con hormigas
y telas de araña, aprendió arquitectura
de un río. La calle
bacheada y mugrienta: la memoria
de otro mundo me devuelve:
EL ÍDOLO NOS PIDE
QUE NO LO OLVIDEMOS

Algo tengo que hacer en medio
de estos saltos y cambios de marcha.
Qué ruido de monedas
estos viajeros que desandan
los mismos paisajes
de un laberinto desapercibido.

¿Qué va a ser un mito el Minotauro?
Esas formas se dibujan más nítidas
en el ojo de la mente
que los leones flacos de este circo,
más durables que aquel puente oxidado.

Pensar que Ícaro cayó del cielo
delante de mis ojos:
.....................................las plumas
flotaban en las olas.
La tragedia de ser hijo de... mortal.
Hay un pasaje que lleva tu nombre:
te tocó ser el héroe
de la desobediencia y la caída.
En la próxima
me bajo.


Fernando Aíta

2 comentarios:

Hilario González dijo...

Alta mitología en la ciudad: ¡qué buen punta-pie-inicial!

Alejandro Güerri dijo...

en este colectivo entramos todos, mezclados como pasajeros que suben y bajan de línea en línea.