martes, 2 de septiembre de 2008

“La calle es nuestra”...

...era la consigna antes de que nos la robaran los de las zapatillas. Nos decíamos esa frase entre beso y beso cuando salíamos de trampa. No éramos muy adinerados, por eso nos metíamos en el tren a las 10 de la noche, bajábamos en Tres de Febrero y caminábamos hasta los bosques.
Una noche con olor a tulipanes y brisa tierna, nos sentamos a cervecear junto a unos arbustos. Claro que, poco después, jugar con la lengua en la lengua se volvió ciertamente aburrido. Las manos nunca tardan en ponerse en lugares privados y los lugares privados no paran de aceptarlo, aún así se esté en un lugar público. Ninguno de los dos lo propuso, pero terminamos a caricia plena debajo del arbusto. Los joggings y las polleras son buenos amigos de estas situaciones. Tuvieron el gran gesto de correrse un poquito y permitir la mezcla gloriosa del amor.
Una luz penetrante nos apagó el fuego.
- Salgan de ahí - dijo la voz masculina.
- No te olvides, la calle es nuestra - sonó el susurro en mi oído.
- Documentos - dijo el oficial que vestía a la voz masculina.
- Los dejamos en casa.
El señor policía, intimidante en su poderoso traje azul, echó media sonrisa y llamó a un móvil. Había un compañero parado atrás, que llamó a mi amorcito. El otro se quedó mirándome a mí. No decía palabra. Se me ocurrió decirle: “¿Y si te doy mi nombre y me buscás en tu base de datos?”. Nada. Después me devolvieron a mi amante y hablaron entre ellos como señoras contándose un gran secreto. Yo reía de los nervios en los brazos de mi chico. Él me besaba en el cuello. Luego, llegó el veredicto:
- Bueno, chicos. Por lo menos nos tienen que dar algo para la birrita. Y la botella también, nos vendría bien.
No dudé en levantar la botella y dársela. El oficial bebió lo que quedaba dentro de ella. El otro aceptó el dinero que mi chico sacó de su bolsillo ante sus ojos, y ahí mismo notó que los forros estaban intactos junto a los billetes. Su comentario fue inmediato:
- ¡Encima no los usás! Nene, después vienen los bebés, y ahí las cosas se ponen fuleras. Haceme caso, usalos. Chau, chicos, cuídense, ¿eh?


Nadia Hardy

2 comentarios:

Anónimo dijo...

linda aventura
¿podríamos decir que es un final feliz?

Hilario González dijo...

Un spot de la campaña póntelo, pónselo, si lo recomienda la Federal, mejor.