jueves, 9 de octubre de 2008

Ma, el Cacho me mira

dije, y ahí nomás voló el cachetazo, porque a mí se anima a pegarme, mamá, que a mis hermanas no, desde la vez que Rosalía le devolvió el sopapo y ahora le tiene miedo. Pero a mí quien me va a tener miedo, si soy petisa y flaca y parezco de nueve, aunque ya tengo doce cumplidos, que por algo me dicen la Negrita.

Mocosa mentirosa,
me gritó mamá, pero de verdad el Cacho me mira cuando ella se va a trabajar y mis hermanas también, o salen con el novio, y el Cacho y yo nos quedamos en casa, yo cuidando al bebé y él, nada, porque ya no va a la obra y está ahí, sentado en la cama, con una botella y la cara rara.

Vení Negrita,
me dice medio llorando, que sos la única que me quiere en esta casa. Vení, que vos sos buena, que no sos loca como tu madre, que no sos puta como tus hermanas, vení un poco con tu papá. Pero mi papá se fue, y al Cacho mamá se lo trajo a vivir a casa, cuando todavía trabajaba y se reía y no tenía los ojos rojos como ahora, que se pasa las tardes encerrado, mirándome a mi, que no puedo ni salir a la calle porque es invierno y tengo que cuidar al bebé, y él me mira, y yo me quiero ir a la otra pieza, pero adonde, si en casa no hay otra pieza.



maria elena spina

4 comentarios:

Hilario González dijo...

¡Uy, qué miedo!

El Lisboa dijo...

Ay ay ay qué ambiente!

Me gustó mucho!

Anónimo dijo...

me gustó mucho: temiblemente verosímil.

N. H. dijo...

Pobre piba.

Es un infierno muy real.