viernes, 12 de diciembre de 2008

Chipa

Al bajar del micro pisé la correa de la mochila. La tira se rompió y eso me pareció de mal augurio. Así que mi mente empezó a dibujar mil y una complicaciones, de las cuales la primera se cumplió cuando subí al taxi.
El taxista me aclaró que me iba a llevar adonde se le diera la gana y me dijo que me metiera la LONELY PLANET en el culo. Abrí la puerta, tiré la mochila y me tiré atrás: quedé raspado y dolorido, la mochila a media cuadra. Me saqué la LONELY PLANET del culo y busqué un bonito restaurante, que taxista hijo de puta, ciudad de mierda, maldita la idea de conocer Ciudad del Este.
En el restaurante daban para picar pan con mandarina y el centro de mesa era un minicomponente de oferta. Traté de ver como estaba vestida la gente, me saqué la remera de adentro del pantalón, me arremangué las botamangas, me peiné con las manos la raya para un costado. Pensé pasar desapercibido hablando como Chilavert o como Arnaldo André y pedí un poco de chipá.
La gente se empezó a reír de mí, qué pasa?, qué pasa?, empecé a gritar. El mozo me llevó a un costado y me dijo al oído: rajá ahora o cobrás. Junté bronca y le rompí una silla en la cabeza.El problema fue pedir chipá… Tendría que haberme quedado piola porque ahora estaba preso. Y todo por hacerme el vivo y no irme con los viejos al departamento de Santa Teresita

3 comentarios:

Velas a Balzac dijo...

O la Lonely Planet no le sirvió mucho o no llegó a la parte donde recomiendan cómo conseguir taxis.

Anónimo dijo...

camuflarse o distinguirse?
a veces no hay opción

N. H. dijo...

Otro viaje violento. Pobre tipo.