Nunca me importó mucho el nombre de los barrios, ni de las calles, mientras haya algo para comer y cobren barato. Caí en el buffet del Club Juventud Unida y un gordo en cuero y con delantal me dijo de mal modo:
-¿Qué le sirvo?
-Ginebra y queso.
La bebida del valiente y el alimento del perezoso. Al gordo le veía cara conocida, pero sus modales infundían tanto terror que preferí no decirle nada. Detrás del mostrador había una chica, algo gordita y despeinada que no dejaba de mirarme.
-¿Qué mirás, pajero? –me gritó el gordo
-Nada, nada, jefe.
-Me estás mirando a la pendeja y encima te hacés el dolobu, acá, en mi boliche. ¿De qué barrio sos?
Le dije eso de que los barrios no eran importantes y ahí nomás me dijo:
-¡Ahora te fajo!
-¿Qué te pasa, gorda maraca? –le grité.
Rompí la botella de Ginebra que había quedado en el mostrador y di un paso al frente.
Cuando estábamos cara a cara, a punto de matarnos, supe quién era. La gorda maraca era mi primer novio.
3 comentarios:
Todo un reencuentro.
Me imagino que la imagen responde a lo que mostraba el televisor del bolichín.
Terminan a los bifes.Estos viajes vienen medio violentos...
me gustaron los diálogos
aunque nada cordiales
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